Sabemos
el nombre del protagonista, quien es Juan Pablo Castel, un pintor. Se sabe que
mató a María Iribarne Hunter. Aunque las razones de escribir su libro trata de
explicarlas, a fin de cuentas se entiende que no lo hizo por vanidad sino, por
tener que hacerlo. Dice Castel, que la única persona que pudo haber entendido
sus motivos era la misma persona que mató. Lo cual, a primera vista es
incomprensible e irónico. Lo que en primera vista los unió fue un cuadro que él
mismo había dibujado. Indescriptible, pero en verdad fue eso lo que los unió.
El hombre se muestra tímido, pero
pensador –no sé si todos los hombres sean así, peor por lo menos Castel sí lo
era. Es un tanto realista. ¿Por qué? Porque se muestra en desacuerdo con
reacciones humanas, a las que yo tengo desprecio y en verdad se les debe tener
un cierto sentimiento de repugnancia. Como los grupos de ciertas personas o
sectas. Castel narra poco a poco cómo es y la influencia que tienen todos sus
sentimientos mezclados, con esa mujer a la que se entiende, mató.
Juan
Pablo Castel, parece ser un hombre racional. No por el hecho de que piensa,
como cualquier hombre, sino por que analiza. Analiza a la vaguedad de la sociedad
en unas 200 palabras. Además de resaltar que lo que se conoce a fondo, puede
llegar a ser profundamente odiado – me da miedo. Igual habla de los charlatanes,
los críticos y los mediocres encontrados de manera sutilmente guardada.
Juan Pablo Castel buscó de muchas
formas el acercarse a esa damita que le había llamado tanto la atención. No por
su belleza, sino por entenderlo entre toda esa bola de inútiles. Descabelladas
ideas y sentimientos innecesarios tuvieron auge en la mente de nuestro
protagonista. Imaginaba situaciones cotidianas, sugeridas para hablarle. La
veía pasar en la vereda pero no se animaba del todo y creyó tener que estar
completamente loco para poder hablarle a esa hermosa mujer. Ella caminaba
rápido, bastante, de hecho.
Castel se decide a seguirla hasta el
edificio de la Compañía T y allí en un ascensor esa misteriosa mujer se sonroja
al encontrarlo. Ella finge amnesia, por
el cuadro que los unió y la ventanita que solo ella logró observar. Juan Pablo se
va y ella regresa a el. Pero de pronto se vuelve a ir quizá al edificio de la
Compañía T. Él la espera esperando que trabaje en ese lugar. Descarta un par de
posibilidades, del por qué ella estaba ahí.
Se
hundía con sus propios pensamientos y dio la impresión de estar obsesionado con
el tiempo, o de ser por lo menos
bastante puntual. Llevaba paso del todo lo que acontecía desde que a ella la
había visto. Por fin, Juan Pablo Castel se decidió a regresar a su casa.
Al día siguiente la vio salir del
subterráneo y la jaló casi brutalmente de un brazo. La llevó hasta la Plaza San
Martín en dónde el hablaría con ella. Hablaría de lo mucho que él la
necesitaba. Pero ella, siendo más coherente no supo para qué. Ni él mismo sabía
para qué la necesitaría a ella. Y fue cuando se da uno cuenta que nuestro
personaje principal es un tanto instintivo e impulsivo. Igualmente lo sabemos
por la leve discusión que tuvo con la misteriosa dama diciéndole que ella hacía
daño a todo aquel que se le acercara. Ella se muestra como un personaje duro.
Lo cual es raro en una mujer.
Juan Pablo Castel la llamó al día siguiente.
Ella se muestra fría y un tanto cortante, pero se sabe con unas cuantas
palabras que tiene inquietud en saber lo que él siente. Se nota una conexión
instantánea-no sé si buena o mala, pero constante. Castel al final, se pinta
como alguien antipático. Como ese estado en el que estamos a veces, con la
diferencia de que él lo tomaba como forma de vida.
2.Al
leer estos primeros 11 capítulos me dio temor. Me dio temor el saber que un
hombre tan común, tan parecido a mí haya matado a alguien. Alguien que haya
pensado tantas ideas descabelladas para ver a alguien, alguien como yo, haya
matado a quien más lo pudo haber comprendido.
Ernesto Sabato: El Túnel |
A veces la misma apatía que me
invade de ver los mismos rostros, la misma vida, me resulta ya indiferente. Se
convierte en algo cotidiano, y logro algo estupendo: me amargo la existencia.
Me he hecho preguntas como el por qué tener ese afán de tener una respuesta a
todo. Me he preguntado por qué todo es tan miserable y que tan pequeños somos.
Y como él, quizá por el hecho de ser un pintor sea de esa manera, pero ¿yo por
qué?
Ahora
bien debo aplaudir a Ernesto Sabato: acabo
de compararme con uno de sus personajes, con un asesino serial.
Normalmente al leer un libro, estoy consciente de que nada es verdad. Pero tomé
he tomado a este libro más bien como un diario, de Juan Pablo Castel. Ahora, Castel se pinta
sólo, a su manera. Pero ¿cómo lo pintaría alguien que es verdaderamente feliz?
O alguien que está loco. No sé. Ni por un lado ni por otro me voy. Pero sí me
he quedado con la duda del ¿por qué la mató?
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